La historia de la fotografía en Colombia y en la ciudad de Bogotá en particular ha evolucionado mucho desde 1848, cuando John Armstrong Bennet abrió el primer estudio fotográfico en la capital.
Al finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, la fotografía sirvió como apoyo para el grabado, el dibujo y la pintura hasta convertirse en un arte admirado y practicado por muchos. Existen hoy en día tomas que son consideradas obras de arte y se han convertido en un invaluable patrimonio para la historia del país y la memoria del pueblo colombiano.
Los recuerdos están compuestos de fotografías, nuestros ojos captan fotogramas y en sus secuencias se engendra nuestra memoria. Por ende, la fotografía urbana es una auténtica invitación a la nostalgia y al redescubrimiento de los lugares habitados. En el caso de Bogotá, es una mirada hacia una capital llena de encantos, defectos, particularidades, sus habitantes y transeúntes.
La mágica relación entre memoria y fotografía se plasma gracias al trabajo de hombre, cada fotógrafo se esfuerza por exaltar su punto de vista único para lograr una simbiosis fotográfica milagrosa entre la ciudad y sus habitantes. La técnica fotográfica y su teoría se pueden aprender, lo que caracteriza a los verdaderos artistas es su pasión, una identidad definida por el ensayo-error, cuestionando todos los días lo que creemos conocer hasta lograr capturar fotografías que tengan que ver la vida misma.
Cada habitante conoce partes de la historia de la ciudad y tiene en mente imágenes icónicas que la representan y forjan su identidad.
Imágenes como las capturadas por Salvador Isidro González.
El fotógrafo bogotano, salió a las calles el inolvidable 9 de abril de 1948 tras el homicidio del líder político Jorge Eliécer Gaitán, y retrato paso a paso como el pueblo bogotano se cegó de ira y desato una ola de movilizaciones, protestas, saqueos, violencia, fuego y muerte.
Si bien todos los colombianos conocemos la historia de lo sucedido esa trágica tarde, toda nuestra memoria y visualización de lo ocurrido se la debemos a un hombre: Salvador Isidro González
Sus imágenes se han vuelto míticas y son conocidas por todos los colombianos de todas las edades.
González registró con su estilo documental, franco, dramático y su punto de vista único e inimitable los hechos más fascinantes y escalofriantes. Logro inmortalizar el retrato de dolor y la desesperación del pueblo asegurando que nadie nunca olvide por qué el pueblo se movilizo ni las consecuencias de esto.
Salvador Isidro González no es el único fotógrafo colombiano notable, nuestro país cuenta con varias generaciones de artistas extraordinarios.
Pero no es tan sencillo como encontrarse en el lugar correcto en el momento indicado con material de alta gama. Para ser un excelente fotógrafo urbano es imprescindible conocer acerca de procedimientos fotográficos, estudios, la historia y estilos de otros fotógrafos, las características de sus fotografías, y el ámbito social, cultural y artístico de la fotografía en nuestra ciudad.
Si bien las tecnologías digitales hoy en día abren un amplio campo de posibilidades a los apasionados de la imagen y cada día la inspiración es mayor, ser fotógrafo en Bogotá no siempre es fácil.
Solemos ver las mismas fachadas una y otra vez Monserrate, la Plaza de Bolívar y La Candelaria. Si bien el centro de Bogotá es y seguirá siendo una zona apreciada por los cazadores de imágenes, existen en la capital colombiana diferentes destinaciones que cuentan con arquitectura, color, olor, diversidad cultural y magia para seducir al lente. El Jardín Botánico, por ejemplo, o la Plaza de Las Nieves, La plaza de Paloquemao, la plazoleta de San Diego, entre otros.